Eso es, el
idóneo o al menos que la balanza coste/beneficio sea positiva. Es muy común al
preguntar sobre el espacio de trabajo recibir esta respuesta:
"Nuestra
oficina es pequeña, por ello nos resulta barata, y bueno, nos apañamos para
caber todos."
Esta
afirmación no sorprende a nadie, de hecho puede parecer hasta coherente y
responsable, pero, ¿qué tal suena esta?:
“Hemos
adquirido una aplicación informática de gestión que ralentiza nuestro trabajo,
pero bueno, nos apañamos, además, nos salió muy barata”.
Seguro que
si alguien os dijera esto os llevaríais las manos a la cabeza y no le
concederíais demasiado futuro al proyecto de esta persona. Sin embargo, dedicar
buena parte de nuestros recursos a un espacio que ya no es que no genere
beneficios a la compañía, sino que merma la productividad nos parece una buena
medida.
Bajo mi
punto de vista la raíz del problema es que el espacio de trabajo se ve como un
mal necesario, cuya única finalidad es ser la caja que contiene a lo que
realmente genera beneficios, pero no se ha asimilado aún que en buena medida
los resultados de la compañía dependen de esta caja, con lo que cuanto menos no
cueste mejor, sin pensar que el balance al final del año será igualmente
negativo a este respecto, cuesta poco, si, pero no aporta nada positivo que
equilibre la balanza.
Pero digo
yo, ¿y si viéramos el espacio de trabajo como un activo más? En el que al final
del año podamos colocar a un lado el coste del mismo, al otro el beneficio que
genera en productividad de la plantilla, imagen si es que hace falta, ahorro
energético, y el balance resultara positivo porque aunque su coste sea mayor
genera aún más beneficio.
Yo me quedo
con el segundo escenario sin duda.
Y si os
dijera que el ejercicio de analizar y diseñar el espacio de trabajo para
hacerlo productivo generalmente reduce la superficie necesaria, reduciendo
lógicamente el coste, ¿con qué escenario os quedaríais?
Saludos.