Bien, supongo que os estaréis preguntando qué quiero decir con eso de los huecos vacíos. A lo que me refiero es a ese proceso que desgraciadamente se está produciendo en muchas compañías, la reducción de las plantillas ha provocado que al echar un vistazo a nuestras oficinas nos encontremos con puestos de trabajo vacíos.
Ahora responderé a la segunda cuestión que genera el título de esta entrada, ¿cuál puñetas es ese doble efecto?. En principio sólo parece que haya uno, que es el hecho de que alguien ha dejado de pertenecer a la compañía. Pero yo no me refiero al efecto que le genera al que se ha ido, sino al efecto generado en los que se quedan.
Uno de los efectos, demoledor para la productividad del capital humano, es la ansiedad que genera en el resto de la plantilla. Aunque seguro que a alguien, con bastante poco conocimiento del funcionamiento del cerebro humano y bastante poco tacto pensará que es al contrario, anima al resto a ser más productivos para que su puesto no acabe igual. Pues no, lo único que conseguimos es el "síndrome del burnout" (Descrito ya en 1974 por Freudemberg), vamos, lo que viene a ser estrés laboral, que aparte de mermar la productividad, es una de las principales causas de las bajas laborales, más costes...
Segundo efecto, este es bastante más evidente, ¿qué produce un hueco vacío? Cierto, no demasiado. Pero vayamos más lejos, ya no es que no produzca, ¡es que cuesta!, ¿acaso no se ilumina ese puesto? ¿no se climatiza? ¿no se limpia?.
Imaginemos por un momento que en una hipotética compañía X, se decidiera cobrar a los departamentos por el espacio que ocupan. ¿Cuánto créeis que tardarían en pedir un cambio de oficinas si tuvieran aunque sólo fuera un hueco vacío? ¿Acaso a alguien se le ocurre pensar que puede ser una buena política mantener 50 coches para un departamento comercial de 40 personas?.
Mi humilde opinión, optimicemos nuestros espacios al máximo, quizá podamos evitar alguno de esos huecos vacíos, y si ya los tenemos, con más motivo aún.
EVITEMOS EL DOBLE EFECTO.