Aunque la calificación energética de los espacios se ha tomado como un trámite más para recaudar impuestos, obtenemos una información capital, ya que el consumo energético es uno de los grandes costes a tener en cuenta a la hora de elegir un
espacio de trabajo. Con la entrada de la
obligatoriedad de poseer este certificado a cualquier inmueble o parte de él ya
sea para venta o alquiler, obtenemos una información muy valiosa que no sólo
nos permite saber si ese espacio es eficiente o no, y si será agradable para nuestros empleados aumentando su productividad, sino que además obtendremos
una aproximación sobre el coste energético anual del mismo.
¿Qué
conclusiones podemos sacar de esto?
Si
somos el propietario del inmueble está muy claro, lo que nos interesa es tener
la mejor calificación posible, ya que será más fácilmente alquilable o
vendible. Se nos puede pasar por la cabeza que haya técnicos dispuestos a
falsear las calificaciones, pero no parece probable ya que las sanciones por
dicho falseo son cuantiosas, pero bueno, en caso de cualquier sospecha siempre
se puede solicitar que otro técnico compruebe esa calificación.
Si
por el contrario somos compradores obtenemos mucha información. Por un lado
tenemos la demanda energética del
espacio, que simplificando se puede decir que es el valor que nos da una idea
sobre la calidad de ese espacio a nivel de materiales y construcción en lo
referente al aislamiento térmico. Por otro, el consumo de energía primaria, que es la energía consumida para el
funcionamiento normal del edificio, valor éste del que podemos obtener varios
datos interesantes:
·
Primero, coste energético anual,
aplicándole el coste unitario de tipo de energía
que empleen nuestras instalaciones.
·
Segundo, obtenemos una idea de la eficiencia de las instalaciones, ya que este concepto está relacionado con la demanda
energética.
Conoceremos
tanto la eficiencia de la construcción como la de sus instalaciones, y datos económicos para plantearnos si merece
la pena adquirir ese espacio para nuestra
compañía, si merecerá la pena comprar e invertir en mejorar las instalaciones, el plazo de amortización, en
conclusión, todo.
Y
el último caso a analizar, si vamos a alquilar ese espacio para el desarrollo
de nuestra actividad. ¿Qué nos aporta esta calificación?. Lo común a la hora de
elegir un espacio es fijarse únicamente en el coste del alquiler, pues un
alquiler barato puede dejar de serlo si por la poca eficiencia de las
instalaciones el coste energético se dispara. Hay que hacer números y el
certificado de calificación energética nos da las herramientas necesarias para
ello.